lunes, 25 de marzo de 2013

Lo que le debo a la mar

Es así que el amor, el viejo amor,
el pobre amor tan viejo, tan torpe, tan cansado,
mira hacia el mar, entorna los postigos
y se tiende y reposa.
Javier Egea, Troppo Mare
La playa de Almería siempre ha permanecido perenne, con viento y en paz, con luz de luna o sol tan vivo que no había en ningún lugar del mundo tanta vida junta como la que había allí. Siempre gente jugando, padres con sus hijos, grupos de amigos, familias que invierten la mañana. Y es ahora al tenerla más clara, al no tenerla a mano, cuando veo que me he quedado sin una joya. Ojala soltaran a los leones de su patio palaciego, que correrían ladera abajo y se perderían en el horizonte buscando esa tierra que nadie conoce, olvidada y sola, que contiene un paraíso de arena y desierto.

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